Desde Bilbao, una amatxu nos envía esta reflexión sobre las diferentes formas de criar de amas y aitas. Le ha costado expresar su opinión porque piensa que puede no gustar a todo el mundo o incluso molestar a alguien. Nosotros pensamos que compartir nuestras experiencias y posturas es algo muy enriquecedor o sea que vamos a abrir este debate y... a ver qué os parece:
Acabo de leer un comentario que dice que sólo las madres que dan pecho son felices. Claro que sí!! Así, sin anestesia. Radical!!
Ayer le dí un biberón a mi hijo en el parque. En realidad era de leche materna (aunque no lo fuera, daría lo mismo). Ellas sólo veían que los límites de mala madre habían sido
sobrepasados. Qué locura! Estaba dando un bibe a mi bebé de tres meses.
Lo que hay que ver!
Estoy un poquito harta de esas miradas inquisitorias.
Estoy un poquito harta de madres (también hay padres) que
echan pestes sobre otras que dejan a los txikis la tablet o ver los
dibujos en la tele durante más de una hora! Dónde se ha visto eso, por
favor!!!
Estoy un poquito harta de las competiciones por ver quién
hace el mejor disfraz, el mejor dibujo, el mejor pompón... No es un
concurso de padres. Por qué no dejámos que sean los txikis quienes lo
hagan aunque ahí estemos para ayudarles a cortar, pegar... Pero sin
condicionar su imaginación.
Estoy un poquito harta de todo esto y de hacerme creer que
soy peor madre que todas esas que en sus facebooks cuelgan fotos
idílicas de lo que ellas consideran un caos, con el único objetivo de
que les digamos que "no mujer, pero si tienes una casa preciosa".
Pues no, no soy peor que vosotras, porque todo lo que hago,
lo hago con el mayor de los amores y sobre todo, porque lo hago
disfrutando con mis enanos. Sin competiciones. Las únicas competiciones
que acepto son esas en las que siempre pierdo, porque todas sabemos que
nuestros txikis siempre ganan en las carreras por el pasillo.
Me quedo con mi disfraz mal cortado; el sandwich que al
intentarlo untar de nocilla se ha quedado un tanto destartalado; el
chándal desconjuntado porque al enano se le ha antojado una sudadera que
no vale ya ni para pijama; el dibujo en el que lo de no salirse de los
bordes es pura ciencia ficción...
Pero también me quedo con todas las sonrisas que recibo al
cabo del día sólo por coger en brazos o acunar a mi bebé. Sonrisas de
extraños que son fruto de la ternura que un niño provoca, sin pensar si
ese niño toma teta, biberón, leche ecológica o la más barata del súper.
Me aplico la máxima. Disfrutar de mis hijos, porque crecen
demasiado rápido como para perder el tiempo escuchando lo mala madre que
soy.
Cría y dejar criar. Es sencillo.
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