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TxikiEscapada rural a tierras segovianas que enamoran

En casa tenemos la suerte de tener el pueblo muy cerquita y de que nos mole un montón. Así que cuando llega el buen tiempo, hacer una escapada a este  rincón segoviano para nosotros es uno de los #txikiplanes más apetecibles. Tanta es nuestra pasión por este lugar y tanto hablamos de él, que dentro de la cuadrilla empezamos a despertar el gusanillo de visitarlo. “¿Qué tendrá Fuentidueña para que os guste tanto? ” No nos ha quedado más remedio que organizar una salida con parte de los amigos del cole y creemos que las expectativas que habíamos creado se han cumplido. Un fin de semana genial en el que han podido descubrir todo el encanto de nuestra preciosa Villa. Y es que, definitivamente, es un enclave mágico que enamora a todo el que lo visita. Y vosotros... ¿os venís a conocerlo?


Salimos de Basauri el viernes justo después del cole. Si vamos por la autopista se tardan más o menos dos horas y media en llegar. Nosotros hicimos una parada y tardamos un poquitín más. El trayecto no tiene pérdida: Burgos – Lerma – Aranda de Duero y desde aquí una media horita hasta alcanzar el pueblo. ¡¡Ahí está, ahí esta... ya lo veo amatxu!!  Asomado al río Duratón desde una ladera, nuestras chiquitinas se llenan de emoción al ver aparecer su pueblito en el horizonte.



Una vez allí, nos dirigimos a la casa rural que alquilamos para las 16 personas (incluidos los peques) que particimaos en la escapada. Se llama “El Salidero” (www.casaruralelsalidero.com) y está ubicada en el arrabal de la Villa, en una zona muy tranquila a pocos metros del manantial 'El Salidero' (de ahí su nombre).


Nada más abrir la puerta, la sensación que te invade es la calidez de un hogar rústico tradicional en el que piedra y la madera cobran total protagonismo para dotar al espacio de un ambiente cálido y muy, muy acogedor. Tiene tres plantas en las que se distribuyen seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, cocina totalmente equipada y un amplio comedor que va unido al salón donde se ubica la chimenea.


Pero, sin duda, lo más especial de la casa es el patio. Se puede usar  como merendero, porque tiene barbacoa para asar y mobiliario de jardín, y también como zona de juegos. En nuestro caso, la segunda opción nos ha dado la vida... ¡¡vaya triunfo!! Cómo han disfrutado los txikis con todos los juegos que tenían allí: futbolín, pizarra, casitas, una cocinita... Se han entretenido tanto que los mayores hemos podido estar un poquito más despreocupados. Y mirad... ¿¿no puede ser más bonito, verdad??


Cuando nos instalamos, nos fuimos a cenar al chiringuito que hay a orillas del Duratón y en el paseo hasta allí, nuestra cuadrilla pudo vislumbrar un poquito de lo que nos ofrece el pueblo. El paseo por el puente, el parque infantil y el merendero al lado del río...


Tras llenar la barriga, nos fuimos a descansar porque al día siguiente teníamos planeada una excursión al parque natural Hoces del Río Duratón. No nos vamos a extender demasiado aquí, creemos que las imágenes hablan por si solas... Es un paraje impresionante que vale la pena visitar.


¡¡Y después vuelta al pueblito con muchísimas ganas de comer!! ¡¡Uno de los momentos más esperados del finde!! ¿Por qué? Pues porque encargamos el plato estrella de la zona... ¡¡cordero lechal asado en horno de leña!! Se nos hace la boca agua al recordarlo... ¡¡pero qué rico, cómo comimos!!


Por la tarde nos fuimos de paseíto turístico por la Villa. Subimos por el camino de las bodeguitas hasta el cerro que domina el pueblo, San Martín. Allí se puede ver uno de los cementerios medievales más interesantes de la provincia, con sepulturas antropomórficas excavadas en la roca. Y si pasamos el arco, el paisaje queda completamente enmarcado por la muralla. Observad que chulada de sitio... y los peques correteando por el campo como locos de contentos.



De vuelta, admiramos la iglesia de San Miguel y el Palacio de los Condes para después atravesar la plaza principal de la Villa  y asomarnos por sus ventanas, las vistas son preciosas. Enfilamos hacia el río por la calzada que nos lleva antes a la iglesia "de abajo", Santa María la Mayor. No tardamos demasiado en llegar al parque donde los peques rematan la tarde.


El domingo amaneció gris y con algo de lluvia pero no se nos quitaron la ganas subir hasta La Serranilla, la parte superior del embalse de Las Vencías. Es una zona  recreativa y de baño que cuando hace buen tiempo da mucho juego pero que también vale la pena conocer por lo maravilloso del paisaje.


Para finalizar la mañana, nos dimos una vuelta por los arroyos, una profusión de manantiales donde nace el río Fuentes y donde también se ubica la fuente de "La Cigueña". Pero... ¡¡si todo en este pueblo es agua!! La verdad que sí, y es lo que le da la vida... ¡¡y también el nombre!! ¿¿Ahora lo entendéis??  Fuentidueña probablemente tomara su nombre de este hecho, de todas las fuentes, manantiales y ríos que la salpican.


Y con esto dimos por finalizada esta escapada tan especial que pensamos repetir y... ¡¡no tardando demasiado!! Y vosotros... ¿os apuntáis a conocer la zona con vuestros txikis? ¡¡No os decepcionará!!

P.D: Nos queremos finalizar este post sin agradecer a Cristi y Alberto lo fenomenal que hemos estado en su casa rural y también a la tienda del pueblo Vinos y Mimos por todas las facilidades que nos han dado para hacer la compra (les mandamos un mail con lo que necesitábamos y cuando llegamos teníamos todo en la casa). Eskerrik asko!!!

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